Queria despedirme de Bogotá, azulita, llena de humo, fría, rumbera. Quería comer un sevichito con cebolla morada, quería coger. Pero la madrugada, el perro, el restaurante sin luz, el dolor de panza, las compras compulsivas, el minimercado, el robo de los limones impidieron que todo esto pasara. ¿Y entonces... que? Pfffff que me devuelvan la plata?.... no sé igual estuvo bien.
Y ahora un día después quiero extender el tiempo y viene la amiga, el amigo, el encuentro ni él ni yo, ni ella ni él, ni los tres ni los cuatro ni nada, esta ciudad no se quiere despedir de mi.
Sabés que Bogotá?
Nos vemos
jueves
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